• Posa la marca de les quatre barres com a exemple d’exercici multitàctil
- Icona. La pintura ‘Mort de Guifré el Pelós’, de Claudi Lorenzale i Sugrañes. Foto: ARXIU
MAURICIO BERNAL
BARCELONA
Als Estats Units, a Las Vegas, a l’Hotel Mandalay, al centre de conferències que acollia les tecnològiques jornades MIX: allà, a un milió d’anys llum de Catalunya, enmig de la cita que Microsoft organitza cada any per fer exhibició dels seus progressos, l’investigador en cap Bill Buxton –un dels cervells de l’empresa– es va permetre, fa una setmana, fer encara més llegenda la llegenda que als nens catalans els expliquen des de l’escola: la de Guifré el Pelós agonitzant, la de Carles el Calb untant-se amb la seva sang, la dels quatre dits arrossegant-se sobre l’escut daurat: la gènesi romàntica de la senyera. Buxton no només coneixia la història, sinó que, davant d’un atent auditori de més de 3.000 persones, va dir el següent: que els dits del rei francès van protagonitzar el primer exercici tecnològic multitàctil de la història.BARCELONA
«Entre el públic hi havia uns quants catalans, que al final de la conferència s’hi van acostar... Vam estar rient una bona estona», diu Buxton per telèfon des de Redmond, on hi ha la seu de la divisió de recerca de la multinacional. Eren uns quants, els catalans, i segur que van intercanviar somriures quan a més van veure que Buxton ho havia preparat a consciència, i que mentre parlava apareixia a la pantalla una reproducció de l’escena llegendària, i que al cap d’una estona la superfície es tornava groga i de sobte hi van aparèixer quatre traços de color vermell; els altres, enginyers, dissenyadors, programadors, les 3.000 persones que integren l’elit dels ordinadors als EUA, no es van estranyar gaire: les metàfores de Buxton són famoses.
L’estil Fosbury
Dos dies més tard, de fet, la responsable de Tecnologia del Seattle Times va publicar un article en què feia una llista de la mitja dotzena de comparacions o metàfores més famoses de l’investigador canadenc, entre les quals, a més d’aquella en què utilitzava la figura de Dick Fosbury –l’home que va inventar l’estil de salt que porta el seu nom– com a paradigma d’innovació, la catalana era sens dubte la que cridava més l’atenció. «M’agrada donar referents quan parlo de tecnologia –diu Buxton–i aquesta és una història que m’agrada, i que a més em serveix per il·lustrar una cosa en què crec: les persones que treballen en aquest sector consideren que tot el que fan és nou, però jo penso que és una reinterpretació de certes habilitats humanes. La llegenda de la senyera mostra que la tecnologia multitàctil no és nova, sinó que només és una nova manera de fer-ho».
¿Com s’explica que un canadenc amb una vida que gira al voltant de la tecnologia conegui una història pràcticament desconeguda fora de les fronteres catalanes? Hi conflueixen dues circumstàncies: que Buxton ha estat a Catalunya i que és un amant de la història. Va venir fa 10 anys, convidat per l’Institut d’Estudis Catalans, per fer una sèrie de conferències sobre cultura i tecnologia («bàsicament –diu– per ajudar a entendre com les tecnologies emergents podien ajudar a preservar la cultura catalana»), va ser integrant del consell assessor del programa de Nous Mitjans de la Universitat Pompeu Fabra i va arribar en algun moment a treballar amb Sergi Jordà, l’expert en informàtica musical que fa un parell d’anys es va fer famós al dissenyar la taula que Bjork ha utilitzat en alguns concerts.
«En aquella època, fa 10 anys, vaig estar unes cinc vegades a Barcelona», recorda. Llavors va conèixer la llegenda de la senyera, i li va semblar memorable la imatge del comte català agonitzant, ferit, i la del rei francès posant els dits a la ferida i pintant amb sang les quatre franges de la bandera. I per això, perquè li sembla memorable, va decidir utilitzar-la a Las Vegas, davant 3.000 persones, bojos de la tecnologia, en una conferència sobre disseny d’ordinadors. Perquè se’n recordessin.
http://www.elperiodico.cat/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAT&idnoticia_PK=698308&idseccio_PK=&h=100323
23/3/2010 INSÓLITA COMPARACIÓN: BILL GATES FICHA A GUIFRÉ EL PELÓS
Un ejecutivo de Microsoft usa la leyenda de la creación de la ‘senyera’ en sus conferencias tecnológicas
Pone la marca de las cuatro barras como ejemplo de ejercicio multitáctil
Icono. La pintura ‘Mort de Guifré el Pelós’, de Claudi Lorenzale i Sugrañes. Foto: ARCHIVO
MAURICIO BERNAL
BARCELONA
BARCELONA
En Estados Unidos, en Las Vegas, en el Hotel Mandalay, en el centro de conferencias que acogía las tecnológicas jornadas MIX: allí, a un millón de años luz de Catalunya, en medio de la cita que organiza cada año Microsoft para hacer exhibición de sus progresos, el investigador jefe Bill Buxton –uno de los cerebros de la empresa– se permitió, hace una semana, hacer aún más leyenda la leyenda que a los niños catalanes les cuentan desde el colegio: la de Guifré el Pelós agonizando, la de Carlos el Calvo untándose con su sangre, la de los cuatro dedos arrastrándose sobre el escudo dorado: la génesis romántica de la senyera. Buxton no solo estaba al tanto de la historia, sino que, ante un atento auditorio de más de 3.000 personas, dijo lo siguiente: que los dedos del rey francés protagonizaron el primer ejercicio tecnológico multitáctil de la historia.
«Entre el público había unos cuantos catalanes, que al final de la conferencia se acercaron... Nos estuvimos riendo un buen rato», dice Buxton por teléfono desde Redmond, donde se encuentra la sede de la división de investigación de la multinacional. Eran un puñado, los catalanes, y seguro que cruzaron sonrisas cuando además vieron que Buxton lo había preparado a conciencia, y que mientras hablaba aparecía en la pantalla una reproducción de la escena legendaria, y que al cabo de un rato la superficie se volvía amarilla y de repente ¡zas!, cuatro trazos de color rojo; los demás, ingenieros, diseñadores, programadores, esas 3.000 personas que integran la élite de los ordenadores en EEUU, no se extrañaron mucho: las metáforas de Buxton son famosas.
El estilo Fosbury
Dos días más tarde, de hecho, la responsable de Tecnología del Seattle Times publicó un artículo en el que hacía una lista de la media docena de comparaciones o metáforas más famosas del investigador canadiense, entre las cuales, amén de aquella en la que utilizaba la figura de Dick Fosbury –el hombre que inventó el estilo de salto que lleva su nombre– como paradigma de innovación, la catalana era sin duda la más llamativa. «Me gusta dar referentes cuando hablo de tecnología –dice Buxton–y esta es una historia que me gusta, y que además me sirve para ilustrar algo en lo que creo: las personas que trabajan en este sector consideran que todo lo que hacen es nuevo, pero yo pienso que es una reinterpretación de ciertas habilidades humanas. La leyenda de la senyera muestra que lo multitáctil no es nuevo, que es solo una nueva manera de hacerlo».
¿Cómo se explica que un canadiense cuya vida gira en torno a la tecnología esté al tanto de una historia prácticamente desconocida fuera de las fronteras catalanas? Confluyen dos circunstancias: que Buxton ha estado en Catalunya y que es un amante de la historia. Vino hace 10 años, invitado por el Institut d’Estudis Catalans, para dar una serie de conferencias sobre cultura y tecnología («básicamente –dice– para ayudar a entender cómo las tecnologías emergentes podían ayudar a preservar la cultura catalana»), fue integrante del consejo asesor del Programa de Nuevos Medios de la Universitat Pompeu Fabra y llegó en algún momento a trabajar con Sergi Jordà, el experto en informática musical que hace un par de años se hizo famoso al diseñar la mesa que Bjork ha usado en algunos conciertos.
«En aquella época, hace 10 años, estuve unas cinco veces en Barcelona», recuerda. Entonces supo de la leyenda de la senyera, y le pareció memorable la imagen del conde catalán agonizante, herido, y del rey francés metiendo sus dedos en la herida y pintando con sangre las cuatro franjas de la bandera. Y por eso, porque le parece memorable, decidió usarla en Las Vegas, ante 3.000 personas, locos de la tecnología, en una conferencia sobre diseño de ordenadores. Para que se acordaran.
«Entre el público había unos cuantos catalanes, que al final de la conferencia se acercaron... Nos estuvimos riendo un buen rato», dice Buxton por teléfono desde Redmond, donde se encuentra la sede de la división de investigación de la multinacional. Eran un puñado, los catalanes, y seguro que cruzaron sonrisas cuando además vieron que Buxton lo había preparado a conciencia, y que mientras hablaba aparecía en la pantalla una reproducción de la escena legendaria, y que al cabo de un rato la superficie se volvía amarilla y de repente ¡zas!, cuatro trazos de color rojo; los demás, ingenieros, diseñadores, programadores, esas 3.000 personas que integran la élite de los ordenadores en EEUU, no se extrañaron mucho: las metáforas de Buxton son famosas.
El estilo Fosbury
Dos días más tarde, de hecho, la responsable de Tecnología del Seattle Times publicó un artículo en el que hacía una lista de la media docena de comparaciones o metáforas más famosas del investigador canadiense, entre las cuales, amén de aquella en la que utilizaba la figura de Dick Fosbury –el hombre que inventó el estilo de salto que lleva su nombre– como paradigma de innovación, la catalana era sin duda la más llamativa. «Me gusta dar referentes cuando hablo de tecnología –dice Buxton–y esta es una historia que me gusta, y que además me sirve para ilustrar algo en lo que creo: las personas que trabajan en este sector consideran que todo lo que hacen es nuevo, pero yo pienso que es una reinterpretación de ciertas habilidades humanas. La leyenda de la senyera muestra que lo multitáctil no es nuevo, que es solo una nueva manera de hacerlo».
¿Cómo se explica que un canadiense cuya vida gira en torno a la tecnología esté al tanto de una historia prácticamente desconocida fuera de las fronteras catalanas? Confluyen dos circunstancias: que Buxton ha estado en Catalunya y que es un amante de la historia. Vino hace 10 años, invitado por el Institut d’Estudis Catalans, para dar una serie de conferencias sobre cultura y tecnología («básicamente –dice– para ayudar a entender cómo las tecnologías emergentes podían ayudar a preservar la cultura catalana»), fue integrante del consejo asesor del Programa de Nuevos Medios de la Universitat Pompeu Fabra y llegó en algún momento a trabajar con Sergi Jordà, el experto en informática musical que hace un par de años se hizo famoso al diseñar la mesa que Bjork ha usado en algunos conciertos.
«En aquella época, hace 10 años, estuve unas cinco veces en Barcelona», recuerda. Entonces supo de la leyenda de la senyera, y le pareció memorable la imagen del conde catalán agonizante, herido, y del rey francés metiendo sus dedos en la herida y pintando con sangre las cuatro franjas de la bandera. Y por eso, porque le parece memorable, decidió usarla en Las Vegas, ante 3.000 personas, locos de la tecnología, en una conferencia sobre diseño de ordenadores. Para que se acordaran.
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