FC BARCELONA
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Entrevista a Abidal
Eric Abidal. | Quique García
Quizá Eric Abidal (Lyón, 11 de julio de 1979) no pueda acudir esta
tarde de miércoles a rezar junto a su compañero Seydou Keita a la
mezquita habilitada en un piso del Raval. "Por suerte, dentro de poco
abrirán una en Cornellà mucho más grande", advierte. Avisa a sus
interlocutores de que tiene algo de prisa. Pasa ya la una y media de la
tarde. Pero una vez puesto en materia, evita la tentación del discurso
estereotipado del futbolista para compartir su trayectoria vital en una
entrevista con DXT, la revista deportiva de los lunes. Se siente
pletórico. Y Guardiola lo considera el mejor lateral zurdo del mundo.Está como una roca
Porque trabajo mucho para estar a tope, pero a veces es muy complicado. Voy de casa al entrenamiento, y del entrenamiento a casa. Nada más. Tampoco quedo demasiado para salir con amigos.
Aparte de su resistencia física, contar con un carácter fuerte se antoja indispensable
Tengo una mentalidad ganadora. De joven, era delantero. Ahora, juego más atrás. No marco goles, no hago nada especial, pero sigo teniendo esa mentalidad. Mi objetivo es no perder, hacerlo siempre lo mejor posible y ayudar, ayudar siempre a los compañeros. Son cosas que sirven también para la vida, no sólo para el deporte. Eso me lo enseñaron mis padres, mis amigos del barrio en el que vivía [Champlong], en el extrarradio de Lyón y, también en la escuela.
¿Qué le decían sus padres?
Me hablaban de la vida, no sólo de deporte. Y me insistían: 'Lo más importante es ayudar a los demás'. Si veo a alguien en la calle que no está bien, si le puedo ayudar, le ayudaré.
¿Cómo era su barrio?
Uf, era muy complicado. Mis padres trabajaban, pero tenían que mandar dinero a mi país [Martinica], porque allí no había trabajo.
¿En Lyón se las apañaban bien?
Había trabajo, pero si no ibas mucho a la escuela, si no conseguías formarte, no podías trabajar. La gente no te querría y no te darían confianza. Todo exigía mucho esfuerzo.
¿Iba habitualmente al colegio?
Por supuesto. Vivía bien, pero tampoco con grandes comodidades.
¿Había mucha delincuencia en su entorno más inmediato?
En Lyón, en algunos barrios, había gente que robaba, sí, para conseguir dinero.
¿Se vio envuelto usted de joven en algún asunto complicado?
No, no. Yo iba de casa al colegio y del colegio a casa. ¡Casi como ahora! Mi madre me decía: 'Si no tienes nada que hacer en la calle, ¿para qué vas a salir?'. Y yo siempre le hacía caso. Sólo salía para ir a jugar al fútbol. Cuando llegaron mis padres a Francia, en los años 70, era muy complicado trabajar. Si eras un poco más moreno que los demás, era aún más difícil encontrar trabajo.
A eso se le llama racismo
En todo el mundo es igual. Si dos piden un trabajo y uno es negro y el otro blanco, por favor, la suerte siempre la tiene el blanco. Seguro.
¿También en Cataluña se ha sentido discriminado?
Yo no salgo [insiste con una amplia sonrisa]. Mi madre, en cambio, sí notó algo de eso. La primera vez que vino a Barcelona, un hombre de más de 70 años le dijo: '¿Qué hace una negra aquí?'. Mi madre no lo entendió. Mi mujer estaba con ella, pero no comprendía el español. Sólo estaban esperando el autobús y ahora se acuerdan de eso. Eso no puede ser.
En su periodo de adaptación ¿le ha sido necesario dominar el catalán?
Dejé las clases de catalán a las dos semanas porque no entendía a la profesora. Sólo hablaba catalán o castellano. No entendía nada.
¿Percibe usted diferencias notables entre Cataluña y España?
No mucho, porque no conozco la historia entre Cataluña y España. Lo seguro es que el corazón de un catalán es catalán, no es español. Por lo que hablo con mis vecinos, ellos tienen esta mentalidad. Sobre todo lo noté el año pasado, cuando ganamos la Copa. Es la Copa de España. Así que cuando la gana Cataluña, la sensación del pueblo es diferente. Eso no te lo enseña el club, pero tú lo ves.
Si no hubiera tenido suerte con el fútbol, ¿cómo habría sido su vida?
Estudié decoración. Así que sería pintor de brocha gorda, como un amigo que aún se dedica a eso. También pondría parquets, techos falsos, esas cosas... Me dediqué a eso durante tres años, hasta que firmé mi contrato con el Mónaco.
¿Pinta las paredes de su casa?
¡Claro! Por ejemplo, hasta he pintado la casa de algunos jugadores.
¿Del Barça?
No, no. Eso fue cuando estaba en Francia. La de Bodmer, del Lyón. La de Chalme, del Burdeos. Y la del doctor de la selección, al que le hice la cocina de su casa.
¿Y todo gratis?
Claro. Ellos sólo tenían que poner la pintura. Luego, una cena y arreglado. Es lo que decía antes. Si puedo ayudar, ayudo.
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/02/08/futbol/1265617940.html
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