octubre 1, 2012
(Traducció al castellà d’un artícle publicat en varis diaris econòmics alemanys, pel seu corresponsal a Espanya)
Hoy,
6 de septiembre, se encuentran en Madrid los gobiernos de Alemania y
España, acompañados de un nutrido grupo de empresarios, y donde seguro
hablarán sobre las condiciones para poder otorgar más ayudas financieras
a España o a su sistema bancario. En los dos lados se ha elevado el
tono en los últimos meses y es con gran expectación que España espera
ahora la decisión que va a tomar el Tribunal Constitucional alemán, que
esa sí es crucial, el día 12, sobre la conformidad o no del rescate
europeo y las obligaciones derivadas para los alemanes.
En Alemania crece la critica contra la
supuesta “mentalidad de fiesta” de los españoles; en España los medios
cada vez son más negativos con la supuesta dureza de la canciller
Merkel. Pensamos que la situación es mucho más compleja de lo que
presentan ambos gobiernos y la mayoría de los medios. España no es
Grecia, pero España puede ser un paciente crónico si Alemania, junto con
Europa, no contribuye a solucionar sus verdaderos problemas.
España no debería recibir más dinero sin
que se cambie a fondo el sistema político y económico, hoy en manos de
una oligarquía política aliada con la oligarquía económica y financiera,
y sin que se aumente la participación ciudadana real en las decisiones
políticas. Para no perpetuar la crisis y endeudar a los españoles
durante generaciones, el Gobierno español debe reformar a fondo la
administración de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, en su
mayoría en bancarrota y completamente fuera de control, sometiendo a
referéndum el modelo de Estado.
Este tema es la clave del futuro de
España, porque las regiones, ayuntamientos y diputaciones son los
responsables de los dos tercios del gasto público -234.000 millones
frente a 118.000 el Estado en 2011-, excluyendo la Seguridad Social
-23.000 millones-, y este gasto se realiza en condiciones de descontrol,
despilfarro y corrupción totalmente inaceptables. Las razones
verdaderas de la crisis del país, en consonancia con lo dicho, nada
tienen que ver con salarios demasiado altos -un 60 % de la población
ocupada gana menos de 1.000 euros/mes-, pensiones demasiado altas -la
pensión media es de 785 euros, el 63% de la media de la UE-15- o pocas
horas de trabajo, como se ha trasmitido a veces desde Alemania. A España
tampoco le falta talento, ni capacidad empresarial ni creatividad.
Tiene grandes pensadores, creativos, ingenieros, médicos excelentes y
gestores de primer nivel.
La razón de la enfermedad de España es un
modelo de Estado inviable, fuente de todo nepotismo y de toda
corrupción, impuesto por una oligarquía de partidos en connivencia con
las oligarquías financiera y económica, y con el poder judicial y los
organismos de control a su servicio. En España no existe separación de
poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados
representan a los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una
lista. Todo esto lleva también a una economía sumergida que llega al 20%
del PIB y que frena la competencia, la eficacia y el desarrollo del
país. Además, detrae recursos con los que podrían financiarse educación y
sanidad.
Las ayudas para España, igual que para
otros posible candidatos de rescates, no deben ir a bancos ya casi en
bancarrota y fuertemente politizados. En la CAM, el Gobierno ha
comprometido 16.000 millones de dinero público en lugar de cerrarla; en
Bankia, 23.000, y el Ejecutivo acaba de darle 5.000 millones
urgentemente para cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma
tan extraña que despierta todo tipo de recelos. ¿Por qué se ha utilizado
el dinero de los españoles (FROB) en vez de esperar los fondos de la
UE? Es lícito suponer que la razón es la siguiente: los bancos no
quieren que la UE investigue sus cuentas.
Control estricto y duras condiciones. Ya
el caso de Grecia ha demostrado que las ayudas europeas tienen que estar
vinculadas a un control estricto y condiciones duras. Esas condiciones
no pueden solamente representar recortes sociales o subidas brutales de
impuestos, como hace ahora el Gobierno de Mariano Rajoy con la excusa de
Europa . Se tiene que cambiar más en España que cortar gasto social,
que de todos modos es mucho más bajo que en Alemania, y hay otros gastos
infinitamente más relevantes que se pueden eliminar. Además, los casos
de corrupción resultan tan escandalosos, incluso en el propio Gobierno,
que uno solo puede llegar a una conclusión: el dinero de Europa no puede
ser manejado por personas tan increíblemente venales.
La pasada semana el ministro de Industria
Soria -imputado también por corrupción urbanística en Canarias- acusó
al ministro de Hacienda en el Consejo de Ministros de favorecer
descaradamente a la empresa líder de renovables, Abengoa, de la que
había sido asesor, en la nueva regulación de estas energías, que reciben
más de 7.000 millones de euros de subvenciones anualmente. Y Rajoy, al
que entregó una carta probatoria, ni dijo ni hizo absolutamente nada.
No puede permitirse por más tiempo este
nivel de corrupción, y menos aún a 17 regiones funcionando como estados
independientes, con todos los organismos multiplicados por 17, desde 17
servicios meteorológicos a 17 defensores del pueblo, con 200 embajadas,
50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches oficiales o 4.000
empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas
específicamente para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin
control ni fiscalización alguna. En conjunto, unos 120.000 millones,
equivalentes al 11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en un sistema
de nepotismo, corrupción y falta de transparencia.
Y con esto se tiene que acabar, entre
otras cosas, porque ya no hay dinero. Los últimos datos de las cuentas
públicas conocidos la pasada semana son escalofriantes. El déficit del
Estado a julio ascendió al 4,62% del PIB, frente a un déficit del 3,5%
comprometido con la UE para todo el año (del 6,3% incluyendo regiones y
ayuntamientos). Pero lo realmente inaudito es que España está gastando
el doble de lo que ingresa. 101.000 millones de gasto a julio frente a
52.000 millones de ingresos, y precisamente para poder financiar el
despilfarro de regiones y ayuntamientos, que no están en absoluto
comprometidos con la consolidación fiscal.
El tema del déficit público es algo que
roza la ciencia ficción, y que ilustra perfectamente la credibilidad de
los dos últimos gobiernos de España. En noviembre de 2011, el Gobierno
dijo que el déficit público era del 6% del PIB; a finales de diciembre,
el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y que el déficit era
superior al 8%, y que se tomaba tres meses para calcularlo con toda
precisión. A finales de marzo, se dijo que definitivamente era del 8,5%,
y ésta fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas después, la
Comunidad de Madrid dijo que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento
de la capital igual… el déficit era ya del 8,7%.
Sin embargo, la semana pasada el INE dijo
que el PIB de 2011 estaba sobrevalorado y, con la nueva cifra, el
déficit era del 9,1%; dos días después, Valencia dijo que su déficit era
de 3.000 millones más; o sea, que estamos en el 9,4% y las otras 15
CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no han corregido sus cifras de 2011. Lo
único que sabemos es que están todas infravaloradas. El déficit real de
2011 puede estar por encima del 11%, y en 2012 se esta gastando el doble
de lo que se ingresa. Como dice el Gobierno de Rajoy, “estamos en la
senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia hacia Grecia.
Claramente, la joven democracia española
tiene todavía muchos déficits de representatividad y de democracia que
deberían interesar a la canciller Merkel y también a Europa, si queremos
evitar una Grecia multiplicada por cinco y salvar el euro. Esto es lo
que ha hecho posible el despilfarro masivo de las ayudas europeas, con
una asignación disparatada de las mismas, a pesar de que estas ayudas
han supuesto una cifra mayor que la del Plan Marshall para toda Europa.
Es frustrante que a causa de este sistema
oligárquico nepotista y corrupto se destroce talento y creatividad y
que ahora muchos jóvenes se vean forzados a trabajar fuera, muchos en
Alemania. Esa situación nos ha llevado a una distribución de riqueza que
es de las más injustas de la OECD. La antaño fuerte clase media
española está siendo literalmente aniquilada.
Resumiendo: no es una falta de voluntad
de trabajo, como se piensa tal vez en algunos países del norte de
Europa, lo que hace que España sufra la peor crisis económica de su
Historia. Es un sistema corrupto e ineficiente. La crítica del Gobierno
alemán y sus condiciones para un rescate de España se deberían
concentrar en la solución de esos problemas. En caso contrario, solo
conseguirán que una casta política incompetente y corrupta arruine a la
nación para varias generaciones.
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